En nuestro caso hemos aprovechado su peso para hacer flotar
un barquito de papel. Del mismo modo, si lo inhalamos el efecto es diferente al
del helio: hace que la voz sea más grave. Con el helio sucede lo contrario, la
voz se agudiza, debido a que es un gas menos pesado que el aire.
El segundo ejemplo demuestra el peso que tiene la atmósfera
que está sobre nuestras cabezas y del que no somos conscientes. Que un objeto
se "chafe" por acción de la presión exterior es algo que vemos en las
películas de submarinos, cuando se sumergen a demasiada profundidad. En este
caso, lo observamos calentando una lata con algo de agua en su interior. Al
enfriarse, el vapor de agua se condensa, desciende la presión sobre las paredes
interiores del recipiente y la atmósfera gana la partida.
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